aparcamiento en las calles de Quintanar; vuelta en SCAR
Debemos esta interesante ruta a Angel Urbina, organizador del grupo de "los martes ermitas", a quien le damos las gracias encarecidamente por tan buena idea.
Anduvimos ligeros por el frío que hacía, con varias paradas por los pasos de los ríos, un cuarto de hora a tomar algo de fruta en el punto más alto del recorrido y la visita turística a Avellanosa; me quedé con ganas de haber subido a Anguta; pensé que serían unos 4kms pero en realidad no son más que dos y medio.
echamos de menos a Alberto y Greta en el equipo
saliendo de Quintanar ya vemos la divisoria de valles: a la izq. el del arroyo Trinidad, y a la dch., el del río Reláchigo; subiremos por el primero, cambiaremos de valle pasando por el cordal y regresaremos por el segundo
pasar el vado donde se juntan el Trinidad y el Reláchigo se convirtió en la "aventura" de la jornada; hubo que tirar de "ingenio ingenieril" por parte de la organización, y de un poco de "valor". La tropa ya llegó a pensar en descalzarse y remangarse..., pero buena tenía que estar el agua (!). La temperatura ambiente estaba próxima a la helada
cruzado el Reláchigo gracias a unos ladrillos y una gran piedra que sacamos del merendero cercano (con los apuros no hicimos fotos), tocaba pasar el Trinidad con un ladrillo, por un palo y una piedra
pasado el susto nos introducimos en el valle del Trinidad
camino rústico y sensación de soledad
en la Y del entronque con la pista que sube hacia Zabárrula tuve mis dudas porque temiendo coger la pista nos metimos por un camino a la derecha que no lleva a ninguna parte; hay que coger la pista y subir por ella unos cincuenta metros hasta encontrar otra Y y entonces, sí, abandonar la pista y coger el camino de la derecha
poco antes de llegar a la ermita hay que volver a cruzar el arroyo Trinidad
recordamos el dicho de Carmelo: un segundo para calarse y todo el día para secarse (!)
ermita de la Trinidad (mis selfies, ya se sabe, son muy self y los demás salen borrosos (?))
el porche refugio a mediodía es bien bonito
la entrada al camino a Avellanosa está oculta por unas ramas caídas, pero es fácil encontrarla
Se trata de la parte más bonita del recorrido, con todo el encanto de los viejos caminos de montaña
con viejos árboles en el borde
eso sí, los jabalíes han hocicado buena parte del mismo haciéndolo algo incómodo para el pie
el sol nos anuncia que ya llegamos a alto
y enseguida salimos a un amplio cortafuegos que corre por todo el cordal
antes de bajar, aprovechamos para tomar algo de fruta y unas almendras
en un recoveco pisamos los últimos restos de las recientes nevadas (para que la excursión compute como "de nieve")
y disfrutamos de un maravilloso descenso hacia Avellanosa ("donde esté un camino de bajada que se quiten los de subida", -dijo Julio parafraseando al Buri)
la entrada a la Avellanosa te devuelve a un ambiente intemporal
aunque esta casa no creo que la vean las futuras generaciones
la calle principal (véase el azulejo de la derecha) se llama calle de la Paz
el espacio anterior a la iglesia está como segado con máquina (¿quedarán ovejas?)
junto al cartel que indica "Para Anguta"
el retorno por la "carretera" de la Avellanosa a Quintanar no tiene mucha historia; son cinco kilómetros, así que hay que darle a la lengua (o a las piernas) para que no se hagan largos; un poco de antifeminismo marca municipal, y en nada llegamos.
En Quintanar visitamos (por fuera, claro) la iglesia de San Román, que dicen del siglo XII, aunque de aquella época no deben de quedar más que los cimientos, porque a la vista... ah, no hay otra cosa que una inscripción en la clave del arco de la puerta que dice año de 1.108 (?)
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