miércoles, 5 de marzo de 2025

CABEZO DEL SANTO desde Peña Hincada (14k 500+)

 

Llegar y... ¡besar al Santo!

Aparcamiento en el cruce de Peña Hincada; ida y vuelta por la pista y en la subida vuelta en SAR

Aunque el recorrido por la pista pudiera parecer aburrido y la subida poco emocionante, en esta imagen de google earth se aprecia muy bien los cinco grandes parajes del recorrido: en la primera parte vamos contemplando la cueva de Covaruña y el barranco del río Berrinche; luego la pista faldea por el SE de un pequeño lomo repoblado de pino y damos vista a los valles de Montenegro; en tercer lugar bordeamos el extraordinario barranco de Morcarizas; luego viene el momento atacar la subida al Cabezo que hacemos dando la vuelta; y finalmente bajamos por el lomo.

uy qué poquita nieve...!

en el primer tramo la pista pica bastante hacia arriba

después se suaviza un poco según vamos dando la vuelta al barranco del Berrinche

aparece al frente el montecillo repoblado que nos va a hacer mirar a los valles que suben de Montenegro de Cameros

al final del montecillo de pinos vuelve a aparecer el Cabezo con unos caballos delante para que hagan más bonito 

qué fotogénicos


Una vez allí hay dos posibilidades: subir directamente por ese monte herboso o ir por la pista hasta aquella roca que se ve a la izquierda para darle la vuelta

decidimos ir hasta la roca que es como un hito muy bonito que un gigante ha puesto ahí

trescientos metros más adelante dejamos la pista para subir a la cumbre por la zona más cómoda

donde hay muchas trazas de un posible sendero o de subida de ganado

Rosalía y Greta tirando para arriba

Alberto y yo gozando de la subida por las marcas sobre el terreno

dejamos a la izquierda un primer castillete y seguimos hacia arriba por terreno aún herboso

aparece otro castillete rocoso y Rosalía tira por medio mitad pero yo me voy saliendo a la izquierda buscando mejor terreno

pasado ese castillete vienen los charcos de nieve y la cima

miro hacia atrás y veo a Greta en lo alto del castillete buscando a su amo que también le había dado la vuelta, y como no le ve, ayyyy ¡se tira hacia abajo!

Alberto sube corriendo a las rocas a llamarla a voces porque ya se iba para abajo y como el viento venía de allí no le oía

pasado el susto y recuperada Greta nos juntamos en la cima

y nos hacemos la selfie... sin tiempo para peinarme después de quitarme la gorrilla, grrrrr

no estaba la cima para almuerzos así que bajamos rápido y esta vez al llegar al castillete de Greta (que así lo llamaremos de ahora en adelante) lo bordeamos por la izquierda (ver track arriba) para llegar al mismo sendero por el que habíamos subido, aunque luego lo volvemos a dejar para subir al montecito que separa el Cabezo de la pista y bajar por un terreno que...

...tenía unas erosiones muy curiosas pues parecía que hubieran tallado escaleras

detalle de las diferencias entre subida y bajada

por allí nos echamos un poco a la izquierda buscando un abrigo del viento donde almorzar

mientras damos cuenta del cava, los mejillones, el café y los mazapanes y polvorones riojanos contemplamos esas curiosas "lágrimas de hada" (así nos dijo Alberto que las llamaban en algún lugar de Africa) que podían verse en la ladera soleada de enfrente

saliendo del "restaurante" 

empezando el descenso, tenemos a la izquierda la magnífica vista del barranco de Morcarizas

a la derecha, y al otro lado del valle de Montenegro, Peña Negra

y un poco más a la izquierda, el Castillo de Vinuesa

el barranco de Morcarizas es como un imán para la vista y... para la cámara de fotos

también hay que disfrutar de la poca nieve que habíamos tenido

como los chiquillos

tras el barranco de Morcarizas contemplamos ahora a la izquierda el del río Berrinche

al fondo, el San Cristóbal

y más abajo, en el lado opuesto del barranco del Berrinche, la famosa Covaruña

a la que tenemos que dedicar una excursión en exclusiva

como a ese otro monte que está entre Brieva y Ventrosa y que se llama el Urbaña

qué maravilla de paseo entre montañas ...y qué poca gente lo disfruta: hoy tampoco vimos a nadie


tiempo efectivo, pues paré el reloj durante la hora más o menos que dedicamos al almuerzo



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